viernes, 30 de marzo de 2012

¿DÓNDE VIVES? "VENGAN Y LO VERÁN" (Jn. 1, 30-39)


El Estado Miranda, tiene una parroquia llamada Petare, esta es una de las 32 del áreas  metropolitana de Caracas. En su fundación fue designada con el nombre “Dulce Nombre de Jesús de Petare”. La palabra  "petare" procede de la lengua Caribe, hablada por los indígenas Mariches, quienes eran los  habitantes precolombinos de la zona este de Caracas.
El significado de las dos palabras, "pet" y "are", es en su sentido estricto, "cara" y "río", permitiéndonos concluir que  Petare significa "lugar de cara o frente al río", en clara alusión a la situación geográfica del núcleo fundacional, ubicado en las orillas del río Guaire.
Es en esta zona donde el “Teologado Emaús” de Caracas, realiza su labor pastoral. La cultura sale a flor de piel en este espacio geográfico, la gran mayoría de las personas residentes aquí, proceden de diferentes partes de Colombia. La gente es muy acogedora, sobre todo con los Misioneros Claretianos, quienes llevan haciendo presencia alrededor de 15 años, en esta zona.


Las personas en este lugar tienen muy presente la organización desde las CEBs, eso les da mucha identidad a lo que son y quieren ser. Son muchos los agentes de pastoral que han desgastado su vida en este sitio, buscando vida digna para sus habitantes, ya que se encuentra entre los principales lugares de marginación y pobreza de la gran capital venezolana.

Hablar de Petare es aludir a la marginación, pobreza, necesidad, hambre, miseria, violencia, crimen, intimidación, amenaza, miedo, desafío, desconfianza, etc., pero al fin y al cabo como muchos de los lugares del país, sino que es mejor para algunos, rotular ciertos sitios para sentir un poco de tranquilidad donde habita.

Petare invita pues a la reflexión seria y desafía el campo misionero, poniendo de frente las problemáticas que aqueja el país. Se espera entonces que con el trabajo arduo y centrado, se pueda algún día recuperar lo que entraña el nombre fundacional, lugar dulce, remanso de paz, territorio lleno de vida porque su cara está de frente a lo que renueva la existencia, Jesús, la fuente del agua viva (Jn 4,10).  

Néstor Antonio Calderón Beleño,  cmf.

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